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Chary ayudando en la cocina

Chary ayudando en la cocina

Chary busca con la mirada, a través de la ventana, a sus tres hijos mayores. Llegarán de un momento a otro al comedor social apoyado por  Alianza Solidaria donde ella colabora en la cocina. Su hija menor, de 1 año, duerme en el capazo y la hermana pequeña de Chary, de 2 años, juguetea a su lado. Hoy prepara, con sus compañeras, el plato favorito de sus niños, fideos con salsa y disfruta imaginando la expresión de sus caritas cuando vean el menú.

Los ve llegar y una sonrisa se esboza en su joven rostro de 24 años mientras continúa trajinando entre cazuelas. Los dos mayores, de 9 y 7 años, vigilan que su hermana y su tía, ambas de 3 años, no se retrasen. Les gusta venir al comedor porque juegan con los demás niños y disfrutan de una comida variada, con frutas y verduras. Chary ha notado cómo, desde que asisten al comedor, sus hijos están mejor nutridos. Les nota alegres y en el colegio le han dicho que están más atentos en clase y rinden más

Los beneficios de una dieta saludable han sido notorios ya en las primeras semanas. Pero, al principio les costó un poco la adaptación. Chary se esforzaba en darles de comer tres veces al día, pero su dieta consistía en infusiones y pan en el desayuno y la cena; y casi siempre sopa, o arroz con pollo o huevo en la comida. Los niños no habían probado otra cosa y les costó adaptarse al menú del comedor social. Ahora se da cuenta de que, por más que se esforzaban ella y su esposo en cuidar de sus cuatro hijos y de sus tres hermanos y su sobrino, sus desvelos eran insuficientes, y se culpa por ello.

Un joven matrimonio tiene planes, abriga sueños, pero la realidad se impone. 340€  es el salario máximo que el esposo puede obtener en la fábrica de fundición, cuando trabaja todo el tiempo. Para un matrimonio con cuatro hijos ya es un salario precario, pero a esto hay que sumar aconteceres que hacen más compleja la situación. La madre de Chary decide emigrar a Chile para buscar trabajo con la intención de enviar dinero, y dejó al cuidado de Chary a sus otros tres hijos y un nieto. Durante un tiempo lo hace, envía dinero,  hasta que cae enferma y, la realidad vuelve a interponerse en planes que prometían bonanza.

Aunque Chary solo cursó hasta 2º de secundaria no le faltan ideas y, ante la responsabilidad de mantener a la familia, cocina en el horno quequitos, dulces típicos de la zona, que su hermana de 16 años se encargaba de vender. Un incipiente negocio que les proveía alrededor de 8€ al día. Pero el horno se estropea y se ven obligados a reducir aún más los gastos. Así que, se mudan a una casita donde, por 123€, ocupan dos habitaciones donde viven las 10 personas.

Ésta es la conmovedora historia de Chary. Pocas veces ella, inmersa en sobrellevar el día a día, valiente, abnegada e incansablemente, se había parado a pensar en la situación tan precaria en la que vivían. Pero, según iba respondiendo, con su voz dulce, a las preguntas de la responsable del comedor social de AS, iba cayendo en la cuenta de la crudeza de su situación, de las deficiencias, no solo materiales, que sufrían. Les faltaba también apoyo familiar y emocional… ¿Y tu padre? Lejos, al otro lado de la ciudad, nos vemos de tarde en tarde, no hay buena relación, ¿Y tu madre? Le he pedido que regrese a Bolivia, viviríamos todos juntos, pero por el momento no quiere volver.

Actualmente Chary canturrea mientras ayuda en el comedor. Los Talleres de nutrición y la relación con las otras mamás del grupo de apoyo han sido cruciales para ella. Además, la Fundación le ha ofrecido usar el horno para cocinar sus quequitos. Sus hijos muestran una vitalidad que antes no tenían. Ha recobrado la esperanza de que terminen sus estudios, y alberga la ilusión de un futuro mejor para ellos, que hace un tiempo no vislumbraba. Todo eso se ha conseguido con tu apoyo y solidaridad.  

Te invitamos a sumarte, ya sea como persona individual o como empresa, para ayudar a erradicar el hambre que afecta a niños y niñas en situación de vulnerabilidad. Donativos de 10€, 20€, 30€… lo hacen posible.

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