Mi primer Encuentro con el Voluntariado
Hace años, en un tranquilo domingo por la tarde, me encontraba sentada en el banco de mi iglesia. Alguien se levantó para hablar de una obra social, y apenas comenzó, pensé: «Ya sé lo que quieres: pedir dinero», y desconecté. Durante mucho tiempo, tuve la idea de que las personas involucradas en ONG’s solo venían para pedir dinero, y esto me ofendía. Siempre decía: «No tienes que venir a buscarme; si quiero dar, ya te buscaré yo».
El tiempo pasó y, mientras estaba en la universidad, un día me robaron la bici. Me enfadé muchísimo, pues cuidaba mi bici con esmero; era mi medio de transporte y deporte, y la ataba con dos candados. Le dije a Dios: «¿Para qué me la regalas si después me la vas a quitar?» Viendo mi enfado, me dije a mí misma: «Aquí hay algo mal». No podía estar tan increíblemente enfadada por una bici, y empecé a reflexionar por qué me sentía así.
Cómo cambió mi percepción
Un día, leí la parábola del Hijo Pródigo. Al terminar, me dije: «Soy ese hermano mayor, enfadado por lo que otros tienen o por lo que el Padre da a otros o hace con su herencia». Así que si el Padre es el dueño de todo, yo solo soy la administradora. Si Él decide que algo mío es para otro, es para otro. Sé que es más fácil cuando se trata de una bici y más difícil cuando se trata de una casa, un trabajo o una persona.
Ahora, soy yo la que salgo al frente a «pedir dinero». Pero no estoy pidiendo dinero. Estoy ofreciendo la oportunidad de abrir los ojos al hecho de que eres millonario, de compartir con algún niño o niña vulnerable y hacer que el poder del dinero pierda fuerza en ti, mientras ves cómo tu alma se llena del gozo al dar y te conviertes en un buen administrador.
Mi experiencia como voluntaria de Alianza Solidaria
Estoy contenta de poder usar mis habilidades y tiempo de forma creativa e intencional para apoyar a la infancia vulnerable en Latinoamérica y en Líbano a través del voluntariado con Alianza Solidaria. Para mí, no tenía sentido llevar una vida de recibir tanto y no dar nada. Doy gracias por tener la oportunidad de ser yo la que da hoy.
Al principio, el voluntariado fue difícil. Como cuento en el relato, mucha gente siente que les vas a pedir dinero o a hablar de cosas tristes, y esto genera incomodidad. Pero poco a poco, aprendí a hablar de lo que está pasando con una actitud de gratitud por lo que tengo y estoy ofreciendo a los demás la oportunidad de participar en algo más grande.
El año pasado, aceptaron que pusiera un stand de Alianza Solidaria en un evento multitudinario. Mientras preparaban las sillas y los detalles, yo preparaba mi stand y pensé: «Esto va a ser increíble, voy a hablar a mucha gente de los niños y niñas vulnerables». Sin embargo, cuando la gente empezó a entrar y sentarse, los pocos tímidos que se acercaban al stand o a los que yo «cazaba» por el pasillo no parecían tener gran interés en dar, apadrinar o recibir información. Me quedé muy decepcionada.
Pero pronto supe en mi corazón que estoy estaba aquí para cumplir mi misión de sembrar y la cumplí en ese evento. No estoy vendiendo nada, ni tratando de convencer insistentemente, sino llamando a muchos a unirse a esta misión. Conforme pasa el tiempo, la gente me va preguntando espontáneamente cómo colaborar o interesándose de alguna manera por la obra. Como dice un proverbio: “Todo tiene su tiempo y su forma”.
Así que animo a todos los que estáis leyendo este artículo a vivir esta maravillosa aventura de ser voluntaria, de poner voz a niños y niñas en situación de vulnerabilidad. Inscríbete aquí para ser voluntaria/o. También puedes apadrinar o donar.
Elena Díaz
Voluntaria de AS