Según el INEI*, del total de la población afectada por la pobreza el 55% está ubicada en zonas urbanas y el 45% en zonas rurales. La pobreza extrema la sufre más la población de lengua nativa que los de habla castellana.
En lo referente a la educación entre los pobres, casi el 50% de la población mayor de 15 años alcanzó sólo algún nivel de educación primaria, el resto, ni eso.
En este grupo se encuentra la población de origen étnico, donde 4 de cada 10 niños menores, entre 6 y 11 años, trabajan a la vez que estudian, y la misma cantidad de niños quechua tiene atraso escolar, es decir, cursan grados por debajo de los que les correspondería por su edad.
Es este el contexto en el que Alianza Solidaria centró su trabajo desde sus inicios: las áreas rurales quechuas, con un énfasis básico, la educación.
La red educativa estatal en estas zonas es escasa y la geografía (en plena cordillera de los Andes) no ayuda: los niños de Primaria tienen que caminar en muchos casos más de una hora para llegar a un centro educativo. Otros obstáculos son la lluvia, el frío, el idioma (los niños hablan quechua y la enseñanza es en castellano) y los peligros del camino, por lo que los padres retrasan la edad de entrada al colegio de sus hijos a los 7 e incluso 8 años de edad, en muchos casos. No es mejor la situación de los pequeños entre 3 y 5 años, que no tienen acceso a centros de educación infantil, lo que supone un agravio comparativo con respecto a los niños de las ciudades.
Cuando en el año 2003 el equipo de Turmanyé visitó estos pueblos, los niños pequeños acompañaban a sus madres a pastar los animales y tenían una alimentación muy deficiente (comían al salir de casa muy temprano por la mañana, y no volvían a recibir nada hasta regresar del campo, ya entrada la noche). No contaban con juguetes y tampoco recibían ningún tipo de estímulo educativo.
Después de conocer de primera mano este contexto, Turmanyé vio la necesidad de abrir Centros de Educación Inicial (Pre-Escolar), dirigidos a estos niños, y plantear un programa de apadrinamiento para poder lograr los recursos necesarios para sostenerlos. Así, se puso en marcha el primer Centro Educativo en Canchakuta, donde se les brindaba educación tanto en quechua como en castellano. A esta escuela siguieron otras y ya son 5 las escuelas que Turmanyé ha iniciado con esta metodología de enseñanza bilingüe entre los pueblos de la Cordillera Negra.
Con este proyecto se inició un trabajo de concienciación, tanto a padres, como a las autoridades competentes, sobre la importancia de la educación para la inserción social y desarrollo de los pueblos indígenas.
Puedes formar parte de esta labor, a través de donaciones puntuales o permanentes, o apadrinando a un niño.