Kimberly es madre soltera de una preciosa niña de dos años. Eso no es nada que no ocurra todos los días. En los últimos años muchas mujeres solteras en todo el mundo deciden libremente tener un hijo bajo su sola responsabilidad, pero la historia de Kimberly es diferente.
Tiene en la actualidad diecisiete años y quedó embarazada a los catorce, tras años de abusos sexuales en su entorno familiar más cercano. Fue en el hospital donde dio a luz que se destapó lo que pasaba, y su caso pasó directamente al Juzgado de Familia.
Lamentablemente, se producen demasiados casos como el que nos ocupa. Pero no podemos normalizarlo, ni mirar hacia otro lado.
Los verdaderos problemas para Kimberly empiezan poco antes de cumplir los cinco años.
Su padre y su madre se separaron, y aunque no conocemos detalles, los meses previos no debieron ser fáciles para ella. También lo pasaría especialmente mal con la disputa de con qué progenitor se quedaría. Al final, su madre y los otros hijos que ésta tenía de una relación anterior, se quedaron en casa.
Ella fue a vivir con su padre y desde entonces perdió toda relación con su madre. A partir de ahí su vida parecía discurrir por cauces de normalidad: los días laborables iba al colegio y los fines de semana los pasaba en casa de sus abuelos paternos, ayudando en los trabajos del campo. Pero esta normalidad estaba pervertida por los abusos que sufría y que acabó en un embarazo.
Tras conocerse su caso, el Juzgado de Familia ordenó su ingreso en un centro de acogida. Provisionalmente la llevaron a la Casa Hogar que gestiona Turmanyé, pese a no ser la ubicación idónea por no estar especializada en este tipo de situaciones.
En una semana debía salir hacia una institución idónea. Pero pocos días después el gobierno de Perú decretó el confinamiento domiciliario de la población por la Covid-19 y la provisionalidad se ha extendido hasta hoy.
Desde el primer día, tanto la madre como la hija, están recibiendo cuidado integral: nutrición, educación, vivienda familiar, servicio médico y psicológico, soporte social y espiritual, así como, acompañamiento y apoyo en el proceso legal de tutela y seguimiento en el proceso penal por abuso sexual.
Su corto período de adaptación, y también la evolución y comportamiento posterior, han sido impecables. Hoy Kimberly está en cuarto curso de secundaria con un excelente rendimiento. Mientras que anteriormente había tenido que repetir primero y segundo.
La dirección de la Casa Hogar, junto con la psicóloga y la trabajadora social, buscan un acomodo estable para Kimberly, por lo menos hasta que cumpla diecinueve años. Se ha considerado su reinserción familiar, pero de momento, no es recomendable que regrese a su antiguo entorno familiar porque no se dan las condiciones necesarias, y no estaría garantizada su seguridad, ni la de su hija.
Por eso exploran otras opciones, una familia de acogida o un centro de atención a madres menores de edad (aunque fuera a kilómetros de aquí). Si llegado ese momento Kimberly mantuviera su decidida intención de seguir estudiando y formándose, la Casa Hogar consideraría con gusto la posibilidad de ofrecerle una beca de estudios.
En resumen: Víctima de abuso desde la infancia con nefastas consecuencias para ella y su niña que tiene que asumir en solitario. No tiene medios, ni la mínima experiencia de la vida, pero sí todas las ganas de luchar. Necesita ayuda imperiosamente.
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