La acción social en el siglo XXI se erige como un faro de esperanza, donde organizaciones no gubernamentales (ONGs) desempeñan un papel crucial en tejer una red de trabajo comprometida con el bienestar y desarrollo de comunidades alrededor del mundo. La reciente conferencia sobre Acción Social, que Francisca Capa dio en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria el pasado 17 de noviembre, nos brindó una visión profunda de lo que entraña este compromiso, destacando la importancia de acciones solidarias que buscan mejorar y hacer progresar la calidad de vida de quienes más lo necesitan.
El término «Acción Social» abarca una gama de actividades desinteresadas que buscan el bien común. Este actuar es siempre significativo e intencional; guiado por un conjunto de valores que apela a la solidaridad. En este contexto, las ONGs, o Asociaciones No Gubernamentales, se destacan como agentes dedicados a mejorar el mundo sin buscar beneficio económico.
La denominación de iniciativas solidarias con el término de ONG se remonta a mediados del siglo pasado, pero las actividades con las que se asocia este término hunden sus raíces en el mundo occidental heredero de los valores judeo-cristianos. Aunque en la actualidad las motivaciones pueden partir de valores seculares, en sus inicios, muchas iniciativas fueron impulsadas por cristianos, especialmente protestantes, inspirados por la Regla de Oro que nos dejó Jesús: «Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también, haced vosotros con ellos» (Mt 7:12).
El compromiso de las ONGs ha evolucionado con el tiempo, respondiendo a desafíos globales, desde la Lucha Mundial contra el Hambre de los 60’, hasta los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000-2015) y la actual Agenda 2020-2030. En cada momento estas organizaciones han desempeñado un papel esencial. Sin embargo, el entorno actual, marcado por su volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad, plantea nuevos desafíos.
En este entorno cambiante, se destacan estrategias clave para el trabajo de las ONGs en el siglo XXI. La identificación de lo nuclear de cada entidad, la adopción de estrategias a corto plazo con flexibilidad, el fomento del talento, y la creación de sinergias y colaboraciones se presentan como pilares fundamentales.
Se resalta la importancia de las acciones solidarias, destacando los programas de apadrinamiento de niños, Casas de Acogida y los comedores sociales, como instrumentos para abordar necesidades básicas de la infancia vulnerable. En este compromiso continuo, la figura del padrino o madrina emerge como un vínculo valioso, proporcionando apoyo constante y fomentando un sentido de valor y pertenencia.
Además, se enfatiza la formación como un componente esencial, buscando el desarrollo sostenible y la autonomía de las comunidades.
Una comunicación veraz, así como, la transparencia, integridad y rendición de cuentas son fundamentales para combatir la desconfianza en un mundo cada vez más conectado, descreído y suspicaz.
En resumen, las ONGs del siglo XXI enfrentan con compromiso y determinación los desafíos del entorno actual evolucionado del VUCA (volátil, incierto, complejo y ambigüo) que expusimos anteriormente, al ya llamado entorno BANI (frágil, ansioso, impredecible e incomprensible).
Transformar vidas implica acciones solidarias, colaboración global, y una atención especial a las necesidades más apremiantes. Así que, estas organizaciones continúan siendo faros de esperanza, llevando consigo la promesa de un mundo más justo y equitativo.