El gobierno de Líbano decretó el cierre de todos los centros educativos y actividades no esenciales entre otras medidas para combatir el COVID-19.
A los refugiados se les ha pedido no salir de sus tiendas. Pero en los campos de refugiados sirios estas medidas son muy difíciles de llevar a cabo por la propia masificación en la que se encuentran. La mayoría de ellos viven en condiciones insalubres. En una tienda pueden habitar alrededor de 15-17 personas. No tienen acceso a agua potable en sus tiendas, sino que tienen que ir a recogerla a una fuente común, compartida por todos las personas del campamento. Tampoco cuentan con productos de higiene, ni de limpieza.
Para ello se están realizando las siguientes actividades:
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Proporcionar información sobre el COVID-19 y cómo protegerse.
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Reparto de mascarillas y kits de higiene a todas las familias.
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Capacitación a niños y madres sobre el correcto lavado de manos.
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Reparto de alimentos básicos para toda la familia.
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Distribución de literatura infantil para los niños con el propósito de que no salgan de las tiendas.
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Orientación sobre a dónde dirigirse (organismos encargados de su atención) en caso de detectarse alguno de los síntomas.
La responsable de nuestro proyecto con refugiados en el Valle de la Bekaa nos comenta: “estamos trabajando en la prevención con el fin de evitar la propagación del virus en los campamentos, porque somos consciente del desastre que ocasionaría si una sola persona fuera contagiada”.
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