Haciendo un master de Medicina en Perú, Mª Jesús (la iniciadora de Turmanyé) fue impactada por una dura realidad, el alto índice de niños abandonados al nacer. Me compartió ese hecho y su idea de abrir un Hogar. Le comenté: “Necesitaremos la contribución de muchas personas. Empecemos a difundirlo a ver qué respuesta hay”.
En ese tiempo, un hombre me preguntó si teníamos algún proyecto en Perú. Le hablé de la posibilidad de abrir un Hogar. A la semana me llamó diciéndome: “cuenta con 500.000 Pts”. Eso era mucho dinero. El suficiente para empezar. Así que llamé a Mª Jesús y le dije: “¡vamos adelante! Si Dios ha respondido así, es que lo va a respaldar”. Y lo ha hecho durante 20 años.
Un año después, visitando la Casa, la mujer del pastor me contó cómo una profesora de Escuela Dominical había descubierto que la mayoría de los niños no tenían apenas qué comer y que la iglesia había decidido darles un desayuno los domingos. Le pedí me calculara cuánto costaría dar una comida nutritiva a 50 niños. No le prometí nada, pero al volver a España fui directamente a un Retiro y comenté esta necesidad. Al acabar, dos personas se me acercaron y se comprometieron con 100.000 Pts. cada una. De nuevo era Dios respondiendo. Y fuimos adelante con el Comedor.
Este era necesario porque los niños eran hijos de mujeres de bajos recursos. Observamos que algunas tejían. Por lo que se pensó en formarlas para que pudieran trabajar y autosostenerse. Así nació el Taller de Textilería.
Al mismo tiempo, el equipo de Turmanyé se dolía al ver niñitos, a veces muy pequeños, trabajando y durmiendo en las calles. En 2004, empiezan a salir por la noche con cacao caliente y algo de ropa. Así comienza otro de los programas el de Chicos trabajadores de la calle, que se consolida en 2009 con el Centro de Formación Ocupacional y Recreativo, cuya finalidad era fortalecer la educación de los más pequeños y brindar una alternativa laboral a los grandes, facilitándoles capacitarse en pastelería y panadería.
Paralelamente Mª Jesús empezó a subir a las comunidades quechuas a ofrecer sus servicios como médico. Entra en contacto con una que acepta nuestras condiciones de trabajo: nosotros ponemos los materiales y la dirección, y ellos la mano de obra. Así nace el Centro de Salud, que adecúan ellos mismos.
El fracaso escolar entre los niños indígenas era muy elevado. La distancia a la escuela era grande y, las clases eran en castellano cuando ellos sólo hablaban quechua. Así que, se puso en marcha una Escuela Infantil con enseñanza bilingüe. Y ya van 5.
Otro problema que tenían las comunidades era la falta de agua. Por lo que se pensó construir un aljibe que almacenara agua de lluvia y canalizarla a las casas. Esto ha transformado su vida y su alimentación.
Muchas más cosas se podrían contar, pero en cada uno de los hitos de este camino hemos visto la mano de Dios conduciéndonos y respaldando este trabajo.