La educación es una de las claves fundamentales para acceder a un futuro mejor, a pesar de las circunstancias de vida que nos haya tocado enfrentar.
Esta necesidad se vuelve aún más crítica para la infancia que se desarrolla en entornos vulnerables, en los que la falta de infraestructuras adecuadas y la escasez de recursos educativos, limita el acceso a una educación de calidad. Según datos de Naciones Unidas, se estima que 84 millones de niños y jóvenes no asistirán a la escuela de aquí a 2030 y aproximadamente 300 millones de estudiantes carecerán de las habilidades básicas de aritmética y alfabetización necesarias para tener éxito en la vida.
Las familias en estas comunidades enfrentan múltiples desafíos, como la necesidad de que los niños contribuyan económicamente al hogar, lo que a menudo resulta en altas tasas de deserción escolar. Además, la inseguridad y la violencia en algunas regiones agravan aún más la situación, creando un clima desfavorable para el aprendizaje. Este contexto no sólo perpetúa el ciclo de pobreza, sino que también restringe las oportunidades de desarrollo personal y profesional para las nuevas generaciones, generando un impacto negativo en el crecimiento socioeconómico del país en su conjunto.
Por todo ello, acceder a una educación de calidad y proporcionar los recursos necesarios para un mejor aprovechamiento del aprendizaje son dos de las líneas prioritarias en las que Alianza Solidaria (AS) trabaja para lograr su misión.