Se trataba de contrarrestar los ataques que recibía la ayuda social de ser meramente asistencialista. Es decir, asistir o cubrir una necesidad, pero generando, al mismo tiempo, mantener la dependencia de esa población de la ayuda externa. Lo que se pretendía era que los proyectos sociales establecieran, además, actividades que generaran recursos para su sostenimiento y no dependieran de otros.
Esta contraposición es falsa. No siempre las causas que provocan una situación de necesidad pueden ser cambiadas o transformadas por la acción que tome una sola entidad, ni siquiera pueden generar recursos por sí mismos. Pero el objetivo que se tiene en mente cuando se plantea un proyecto, desde la óptica de la sostenibilidad, es que el proyecto, con el paso del tiempo, dependa cada vez menos de ayuda externa, y cada vez más de la involucración de la comunidad en la que asienta el proyecto, de manera que se asegure su continuidad, aún y cuando, la entidad que lo inició se retire y la situación permanezca.
Así que cuando hablamos de un proyecto auto-sostenible, lo que queremos decir, es que vamos a invertir en una situación, para empezar un proceso de transformación que permita mejorar la situación de necesidad de la que se partió y sostener el proceso en el tiempo.
El generar proyectos auto-sostenibles debiera ser la aspiración de cualquier ONG que busca empoderar la población con la que trabaja, de tal manera que, con el tiempo, se valgan por sí mismos. Esta aspiración es más pertinente, si cabe, ahora que vivimos tiempos tan inciertos a consecuencia del Covid-19
Francisca Capa Espejo
Médico y Pdta. de Alianza Solidaria