¿Una Tablet? ¿Para mí? Los ojos de Rosana brillaban cuando supo que había sido seleccionada para recibir una de las tabletas que se iban a repartir entre los niños más vulnerables de la zona. Ahora podría seguir las clases online, hacer todas las tareas, investigar para los trabajos… Tendría las mismas oportunidades que el resto de sus compañeros para seguir formándose y aprendiendo.
Rosana, junto con sus hermanos, acudía al Club Infantil en Cazucá (un suburbio de Soacha, Colombia) un espacio recreativo donde reciben atención integral. El barrio donde viven es muy peligroso y a sus padres no les gusta que salgan a jugar a la calle sin supervisión de un adulto. Los pandilleros, ladrones y drogadictos viven en las inmediaciones y son peligrosos. Su vida se desarrollaba en casa y yendo a un colegio público cercano de la zona. Por eso les encantaba que sus hijos pudieran ir a Club Infantil: un entorno seguro donde los niños se divertían mientras aprendían las Buenas Nuevas. Fue así como los voluntarios del club conocieron a esta familia y sus necesidades. Un matrimonio con sus 5 hijos, más 2 abuelos, viviendo en una casita pequeña de 2 dormitorios, con los ingresos básicos del trabajo del padre como vigilante y algunas horas de limpieza que la madre conseguía encontrar a veces. Una familia vulnerable, que luchaba por educar a sus hijos en un entorno poco favorable. Por eso, cuando llegó el momento de repartir las Tablet, pensaron en Rosana, junto con sus 4 hermanos, para ser beneficiarios de una de ellas y poder continuar su educación.
Cuando llegó la pandemia y el confinamiento comenzaron días muy difíciles. No podían ir al colegio, no tenían móvil ni ordenador para seguir las clases… Al principio todo fue un caos. Unos días después, sus papás comenzaron a ir al centro escolar donde recogían los materiales impresos con los que sus hijos podían estudiar y hacer las tareas. Pero claro, ¡no era lo mismo! Mamá les ayudaba en todo lo que podía y, aunque no perdieron el curso, fue difícil para ella tener que recordar, y aprender, para poder apoyar a sus hijos. ¡Cómo les hacía falta su maestra! Cuando tiempo después recibieron la Tablet, todo fue diferente. Ahora podían ver las clases, hacer preguntas, compartir con sus compañeros, utilizar los recursos que les enviaban como vídeos, audios,… una enseñanza mucho más completa y motivadora.
Después de 2 años sin clases presenciales, ahora Rosanna y sus hermanos han vuelto al colegio aunque no completamente. Las clases todavía son semipresenciales: 3 días van a al centro con sus compañeros y 2 días siguen las clases desde casa. La Tablet sigue siendo muy importante para poder continuar de forma satisfactoria sus estudios. Realmente ha marcado una gran diferencia en la vida de estos 5 pequeños. ¿Y si pudiéramos hacer más? ¿Y si pudiéramos impactar la vida de más niños?
Desde Alianza Solidaria nos hemos marcado un nuevo reto para conseguirlo: el RETO CONECTANDO. Entre otras cosas, con este reto queremos que el Club Infantil de Cazucá, así como otros clubes a los que apoyamos, se conviertan en centros de ayuda al barrio donde están ubicados: que en las horas y días que el club no utilice el local, este se convierta en un aula de informática dotada de los recursos tecnológicos necesarios y con voluntarios formados, para que los niños más vulnerables de cada barrio puedan acudir al club para continuar sus estudios. Supondría para ellos aumentar su motivación, tener los recursos para hacer todas las tareas que se les piden desde el colegio y tener ayuda en la realización de los deberes por personas formadas para ello. ¿A cuántos niños podría impactar este proyecto? A muchos. ¿Quieres colaborar para que los niños y niñas más desfavorecidos tengan las mismas oportunidades en sus estudios y puedan salir de la pobreza? NECESITAMOS TU AYUDA.