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comedores-sociales-susejDurante los meses de pandemia cuando toda la población fue confinada, los comedores sociales que Alianza Solidara apoya también fueron cerrados, y muchos niños dejaron de recibir la única comida completa que recibían al día. Carmen es una de esas niñas. Ella y sus hermanos han esperado, con gran anhelo, la reapertura de los comedores sociales. Mientras ella come, está charlando y riendo con sus compañeros de mesa. ¡Su felicidad es máxima! Ella lo disfruta sin saber que su cuerpo vuelve a recibir aquellos nutrientes que le faltaban. Con 7 años, apenas pesa 13 kilos y no los 21 que debería pesar.

La vida de Carmen ha sido muy dura desde que nació. Su enfermedad, muy común en los niños, se llama Genus-Varos. Como consecuencia de ella tiene las piernas arqueadas hacia afuera y los pies y tobillos juntos. Esta malformación le impide realizar actividades como caminar correctamente y correr. Según va creciendo cada vez tiene más dificultades. Normalmente, con una adecuada alimentación y unas pautas médicas dadas a la familia, este problema se suele corregir solo. En cambio, cuando el niño padece raquitismo, desnutrición o alguna otra enfermedad que impide la formación normal de los huesos, la cosa se complica. Es el caso de Carmen. La grave pobreza en la que vive junto con su familia, le ha llevado a tal grado de desnutrición que ahora su única esperanza, para arreglar su discapacidad, es la cirugía. Su médico recomendó una dieta hiperproteica e hipercalórica junto con suplementos y pruebas hematológicas, pero no tienen dinero para ninguna de estas cosas. 

comedor socialPara complicar aún más la situación, hace algo más de año y medio, el padre les abandonó. La madre no tiene trabajo y viven en una casa que no es suya. Junto con Carmen hay otros 3 hermanos: Laura de 10, Jorge de 4 y Mario de 2 años. ¿Cómo puede sobrevivir esta familia? Como la misma madre nos comenta “vivimos por la misericordia de Dios”. El comedor social, junto con la ayuda de la Iglesia Emanuel de Bogotá (Colombia), son la forma que Dios utiliza para sustentarles. También ha contado con el respaldo de Instituciones de beneficencia, de apoyo al discapacitado, que les han ayudado a hacer los trámites para su operación.

Con una situación tan extrema, uno esperaría que Carmen fuera una niña triste y amargada, pero nada más lejos de la realidad. Es una niña carismática, extrovertida, muy tierna y cariñosa con sus amigos y familia. Siempre expresa amor y suele estar muy contenta la mayoría del tiempo. Le encanta jugar, especialmente en el comedor social que es un espacio perfecto para encontrarse con sus amigos y divertirse sentados. También le encanta colorear y hacer dibujos. Pero a veces está triste. No puede correr, ni jugar a muchos juegos de los que sus compañeros y hermanos disfrutan. Espera con mucha ansiedad el día que la llamen para operarla y vencer así la discapacidad que la frena.

Como puedes ver, con nuestra amiguita Carmen, los comedores sociales asociados a las iglesias, son una herramienta imprescindible para ayudar a los niños y niñas en grave riesgo, a estar bien alimentados. Los beneficios son patentes  en muchos aspectos: favorecen un desarrollo evolutivo, y de crecimiento, normal de los niños; también les permite tener mayores oportunidades educativas. ¿Te imaginas si hubieras tenido que estudiar teniendo mucha hambre? ¿Quién puede aprender cuando se siente débil y desconcentrado? Por eso creemos en la necesidad de crear y sostener comedores sociales para que los niños crezcan sanos y tengan mayores oportunidades de salir de la pobreza cuando sean adultos.

¿Quieres participar con nosotros en este reto? Puedes hacerlo con 5€, 10€, 15€… 

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