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lucha sobrevivencia venezuelaJosé tiene 12 años y vive en el estado venezolano de Zulia, al este de Maracaibo, en el barrio de Guacaipuro. Es una zona de bajos recursos, donde la gran mayoría de las personas sobreviven con un sueldo que no alcanza ni para comprar alimentos. Muchos niños pasan hambre y presentan desnutrición y desnudez.

José vive con su madre y sus hermanas, de 7 y 2 años, en una casa que era de su abuela y sus tíos, porque no pueden permitirse pagar un alquiler. Su padre los abandonó cuando él tenía 7 años. La madre de José no tiene un trabajo estable, por eso él sale cada día a recoger plástico y así poder llevar algo de dinero a casa para comida.

“Mi mamá sale a limpiar casas o me ayuda a recolectar plásticos, y con lo que ganamos solo podemos comprar un poco de yuca o pan, porque todo es costoso. Mi mamá se lo da a mis hermanas porque en la noche nos da mucha hambre”, cuenta José.

El tener que trabajar impide que José vaya a la escuela, y apenas hace las cosas de un niño de su edad, excepto en contadas ocasiones, cuando “mis hermanos mayores, que se fueron a Colombia, nos envían algo de dinero, y eso me llena de felicidad porque no me toca trabajar mucho y puedo jugar con mis amigos”. Los mejores momentos de la semana son “los días de comedor, cuando nos vamos caminando a la iglesia Casa de Oración. Tardamos 2 horas y llegamos cansados y con mucha hambre pero, gracias a Dios, encontramos el almuerzo completo, sabroso y caliente”, explica José.

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Antes de participar en el programa del comedor, José presentaba una desnutrición severa para su edad, solo pesaba 20 kilos y medía 133 cm, parámetros que, según la clasificación pediátrica de la OMS, aun considerando factores genéticos, indican que es un adolescente con bajo peso y talla para su edad.

Según la nutricionista del centro, desde que va al comedor, José “ha recuperado peso y masa muscular y su peso actual es de 24 kilos, gracias a la dieta nutritiva, equilibrada y rica en proteínas que necesita. Aún está bajo de peso, pero he observado progreso si se compara con el inicio del programa de alimentación y sobre todo anímicamente ha demostrado una notable mejoría”.

José está feliz yendo al comedor porque “la comida es muy rica y me gusta mucho. Y también compartir con los demás niños después de comer, porque jugamos mucho. Además, me han enseñado la Palabra de Dios y a orar por los alimentos”.

Desde Alianza Solidaria, os damos muchas gracias por vuestra ayuda y nos unimos a la petición de José: “Por favor sigan enviando ayuda para Venezuela, aquí hay mucha hambre, no imaginan cuánta. Sobre todo hay muchos niños que no tienen qué comer. Un vecinito murió porque no comía y estaba muy flaquito”, nos dice.

Este programa de alimentación es una bendición para José, igual que para los otros niños. “Soy bendecido por estar en este comedor y gracias a ustedes que desde España nos están ayudando. Dios los Bendiga y los guarde”, termina diciéndonos.

Ayúdanos a seguir manteniendo el comedor social donde acude José.

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