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Desde que llegó al comedor de Riohacha, en Colombia, Mario ya ha ganado casi tres quilos de peso. El pequeño de cuatro años llegó a Colombia procedente de San Francisco, Estado de Zulia, en Venezuela, junto con sus padres y sus tres hermanos. Allí vivían en una casa ocupada, el padre trabajaba como auxiliar de albañilería, los ingresos no le permitían ofrecer a su familia atención médica, ni educación (de hecho, los niños no estaban escolarizados), ni siquiera alimentación suficiente. Esta situación empeoró aún más con la crisis política-económica que atraviesa el país actualmente, llevando a la familia a tomar la decisión de cruzar la frontera con el país vecino en camionetas de indígenas que transitan la zona.

En Riohacha, la familia duerme en una plaza pública porque no tienen recursos.

8c307f 1ccdd2a03a0640d4886373b143a3df49 mv2Ahora la familia depende de la venta de chupetes y galletas en las calles de Riohacha por parte del padre, quien a veces consigue llevar “a casa”, cuando más 1€ o 2€ al día y en otras ocasiones, nada. Desde las 7h hasta las 15h, Mario y sus hermanos asisten al comedor del Proyecto de Alimentación en Riohacha, donde reciben un desayuno y una comida nutritiva. “Mis hijos se sienten muy contentos. Diariamente me piden que los lleve al comedor”, dice la madre de Mario, que también ha sido incluida en el programa de atención del comedor porque se encuentra en estado de lactancia.

El comedor social que se desarrolla en las instalaciones de la Iglesia Cristiana de Riohacha, cuenta con un gran equipo de voluntarios formados para ofrecer atención social a los niños y las familias que acuden diariamente allí. Trabajan, no sólo para ofrecer a Mario y a sus hermanos una dieta nutritiva diaria, sino también para darles apoyo educativo a través de actividades lúdicas para los niños y apoyo emocional a los padres; y junto a Comfaguar (ente público encargado de la inserción laboral) trabajan para capacitar a las familias que asisten al comedor social para que puedan emprender su propio medio de vida. Pero en el caso de la familia de Mario esto no es posible porque no tienen pasaporte, lo que le impide a la familia acceder a cualquier protección por parte de la Administración colombiana y a escolarizar a los pequeños.

El deseo de la familia es volver a su país pero no tienen previsto regresar hasta que no mejore la situación.

“Me gusta estar en el comedor porque me dan carne molida y muchos besos”, dice Mario. “Estoy aprendiendo a hacer tareas porque me aman”, añade.

Fuera de los horarios de atención del centro, Mario y su familia salen a la calle, por lo que ya no sólo es necesario mantener el servicio, sino también ampliarlo.

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