El mes pasado tuvimos la valiosa oportunidad de viajar a Bolivia para conocer de cerca la realidad de los niños que apoyamos a través de los proyectos la Fundación Pan y Vida y la Casa-Hogar El Faro.
Sólo estuvimos en Santa Cruz (donde están ubicados ambos), y aunque es la ciudad más rica de Bolivia, enseguida palpamos las condiciones que hacen de Bolivia el quinto país más pobre de Latinoamérica, tan sólo superado por Haití, Venezuela, Nicaragua y Honduras.
Este viaje fue, sobre todo, una inmersión profunda en las vidas y desafíos que enfrentan los responsables de los proyectos y los niños y niñas a quienes apoyamos con tanto cariño desde España, al tiempo que éramos testigos del impacto que juntos estamos consiguiendo en la vida de todos ellos.
Nos impresionó conocer a Yair, un estudiante de Psicología que vino a la Fundación Pan y Vida para hacer unas prácticas de una asignatura de su carrera, pero que quedó tan impresionado por cómo se trabajaba con estos niños y el impacto que tenía en sus vidas, que ha seguido viniendo al proyecto como voluntario tres días a la semana, invirtiendo dos horas de ida y dos horas de vuelta para poder llegar al allí.
Como a Yair, a nosotros lo que nos robó el corazón fue conocer a los beneficiarios finales, es decir a los niños apadrinados y sus familias. El afecto que tienen por los monitores y viceversa, a pesar de que, a veces, puedan estar desbordados porque hay muchos niños a los que atender (y muchos más que se podrían añadir si fueran apadrinados) si se tuvieran más medios. También percibimos el cuidado personalizado que se hace de cada niño.
En la Casa-Hogar El Faro, que atiende a niñas-madres gestantes abusadas en situación de abandono, vimos que había dos grupos diferentes de chicas, las que llevaban poco tiempo apenas levantaban la cabeza, no querían ni saludar, apenas hablaban y se veían serias y tristes. En cambio las que llevaban más tiempo se las veía con más confianza en sí mismas, con más capacidad de comunicación, hablaban con nosotros sin sentir vergüenza y eran más alegres. Este detalle nos permite entender cómo el paso por el Hogar genera en ellas un cambio real en sus vidas que les va a ayudar a salir adelante en el futuro.
Conocimos el gran equipo, muchos de ellos voluntarios, que hay alrededor y trabajan con pasión a favor de estas niñas y sus hijos.
Al mismo tiempo que visitábamos los proyectos pudimos apreciar un dato positivo, el crecimiento y desarrollo que está experimentando la ciudad. Lo vemos como una oportunidad para los proyectos de conseguir recursos propios a través de las muchas empresas involucradas que puedan ser sensibles socialmente. Es por ello que estamos trabajando en fortalecer nuestras contrapartes con medios y herramientas que les ayuden a conocer cómo presentar su necesidades y cómo hacer una sensibilización del medio dónde se mueven para implicar en sus proyectos a personas del entorno.
Te invitamos a que conozcas un poco más de lo que hace cada uno de los proyectos en Bolivia y te animes a ser uno más de los que con su “granito de arena” lo hacen posible. Ya sea apadrinando un niño o niña o apoyando la labor de la Casa-Hogar El Faro.
Yo como boliviana,me parece un proyecto necesario y de mucha ayuda para esas niñas,y niños .!!! estoy agradecida por este proyecto y que Dios pueda darnos el deseó a más personas de ayudar y colaborar con el proyecto.!!!Dios os bendiga.!!!!
Esto es fantástico!! Qué gran bendición para esos niños!!