Desde Turmanyé sabíamos que para poder ayudar a estos niños a nivel educativo era necesaria una intervención integral: ¿Cómo estudiar si pasas casi todo el tiempo solo, con hambre, sin un sitio adecuado, sin descanso, sin colegio, sin materiales…? Una tablet no es suficiente.
Cuando se nos presenta la oportunidad de ayudar a una persona o una familia, muchas veces las situaciones urgentes pueden arrastrarnos a ofrecerles recursos que no resuelven el verdadero problema que enfrentan. Este es el caso de los hijos de la familia Suárez-Alonso. A causa de la pandemia tuvieron que dejar de ir a la escuela, porque las escuelas estuvieron cerradas el curso pasado y siguen cerradas.
Esto ha hecho que se hayan desfasado mucho en sus estudios. ¿Qué hacer? ¿Proveerles de una Tablet e internet? Estas herramientas son importantes para el desarrollo educativo actual de los niños, pero sería como poner “una gota de agua en el mar” de sus verdaderos problemas. Como se podrá ver más adelante, llevaría a que un recurso útil se volviera inútil por no haber analizado profundamente las necesidades reales de esta familia. Por ello, desde el Programa Pro-familia de Turmanyé, cuando queremos ayudar a alguien, lo primero que hacemos es conocer su historia.
La familia Suárez-Alonso está formada por Sara y sus 9 hijos (3 de ellos ya mayores de edad). El padre fue condenado a cadena perpetua y está encarcelado. Dos de sus hijas
son madres solteras. El hijo más pequeño de Sara tiene la misma edad que sus nietos. Su penúltimo hijo, Luís, tiene una discapacidad visual. En 2016 se le ayudó, de forma puntual, con unas gafas graduadas. Las gafas se perdieron y no se pudo mejorar su dificultad.
Esta familia es extremadamente pobre. Vivían en barracones de madera deteriorados. No tenían agua, luz, televisión, ni móvil, ni tablet, ni Pcs… La madre y las hijas, incluso las menores, trabajaban ayudando en casas de personas más adineradas, limpiando, cocinando, planchando… a cambio de alimentos o unas monedas. El miedo a los contagios disminuyó su trabajo y mermó mucho sus ingresos, de tal forma que estaban pasando hambre y sin posibilidad de que los pequeños continuaran sus estudios.
Los niños pasaban la mayor parte de su tiempo en la calle, desnutridos, mal vestidos y desaseados. Era necesaria, por tanto, una intervención integral para poder ofrecer una verdadera ayuda a los niños. Tras analizar la situación y establecer prioridades era el momento de ponerse “manos a la obra”.
La primera gran necesidad era mejorar las condiciones de habitabilidad. Uno de los hermanos de Sara le ofreció parte de un terreno suyo y le permitió ser copropietaria. Esto permitió dar de alta los servicios de agua, luz y desagüe. Se le ayudó también pavimentando el terreno, trasladando y reparando los barracones que ya tenía, y construyendo un nuevo módulo que sirviera de dormitorio para los más pequeños, junto con muebles, colchones, mantas…
Para mejorar la salud y nutrición de todos, se gestionaron visitas regulares al Centro de Salud, visita al oculista y gafas nuevas para Luís, y asegurar una dieta equilibrada y suficiente mediante bolsas de alimentos mensuales. En cuanto a sus necesidades escolares, se les ayudó con las matrículas, materiales y en la actualidad, se les sigue ayudando a nivelarse en sus estudios. Sara está recibiendo consejería y apoyo para aprender a cuidar y educar mejor a sus hijos.
Agradecemos a todos los que formáis parte de Turmanyé, porque cada intervención que realizamos, lo hacemos gracias a tu colaboración y tus oraciones.