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Alianza Solidaria (AS) trabaja para volver a abrir los comedores sociales en Venezuela.

200 niños y niñas esperan la reapertura de los comedores sociales en la zona de Maracaibo

200 niños y niñas esperan la reapertura de los comedores sociales en la zona de Maracaibo

Aunque es difícil evaluar el impacto que la pandemia de la Covid-19 haya podido tener en Venezuela a causa de la falta de datos oficiales, los testimonios que llegan desde este país señalan la gravedad de la situación. “Las iglesias nos comparten que, en general, la población no ha acatado las medidas de confinamiento porque quedarse en casa significaba morir de hambre”, explican los responsables sobre el terreno del proyecto de comedores sociales con el que colabora AS.

A pesar de la urgente necesidad de alimentos en muchas regiones del país y del incumplimiento generalizado de las medidas de seguridad y de prevención sanitarias, la pandemia obligó al cierre de los comedores, dejando a cientos de personas, la mayoría de ellas niños y niñas, sin garantías de acceso al menos a una comida diaria.

“Ciudades como Maracaibo, antiguo epicentro de la producción petrolera, se encuentran sin servicio de electricidad y sin agua potable la mayor parte del tiempo. Los niños no asisten al colegio en este momento, en parte debido al confinamiento, pero también por las precarias condiciones en las aulas de clases. Sus habitantes comparten el tiempo entre la búsqueda incesante de alimentos y alguna actividad productiva que les genere algo de ingresos”, subraya Hernán Bravo, coordinador de los comedores sociales. “Las iglesias nos han informado de que los niños están demacrados y con pérdida evidente de peso”, añade.

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Antes de la COVID-19 se atendían a 200 niños y niñas con problemas de desnutrición

Por eso, desde AS se trabaja para la reapertura de los comedores sociales en diferentes comunidades de Maracaibo, que antes de la pandemia ya estaban operativos y aseguraban una comida diaria a un total de 200 niños. Hasta entonces, el proyecto de alimentación se había traducido en resultados evidentes, como el hecho de que los niños mantuviesen un nivel de crecimiento de acuerdo a su edad.

El objetivo es volver a recuperar la salud nutricional y espiritual de 200 niños. Esto también se traduciría en un impacto positivo sobre la situación emocional de 180 familias que han sufrido especialmente las consecuencias de la pandemia. Y el trabajo se realizaría como antes, contando con los líderes de las iglesias y comunidades locales, lo cual ha permitido capacitar hasta ahora a 20 cuidadores y a otros 16 responsables de iglesias.

Hasta antes de la pandemia, el procedimiento habitual era el envío de los alimentos desde Colombia. Pero el cierre de fronteras durante el estado de alarma lo impidió. Hemos continuado estudiando formas alternativas de hacer llegar la ayuda y se puso en marcha el proyecto de Huertos Familiares para ayudar a algunas familias a generar parte de sus alimentos. No obstante se hacía necesario encontrar la manera de que los comedores pudieran funcionar de nuevo. Y ya hemos encontrado la manera. En esta ocasión los alimentos se comprarán a un proveedor en Colombia y él los servirá en Venezuela.

Tanto los 200 niños que estábamos atendiendo, como sus familias e iglesias implicadas, esperan con anhelo esta nueva etapa.

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